miércoles, 28 de abril de 2010

¡GLORIA A ESTE EQUIPO!

Por Nicolás Besimenko
Fue emocionante. Realmente hacía tiempo que no quedaba al borde de las lágrimas por culpa de un partido. El PT de Huracán fue perfecto en cuanto a concentración, solidaridad y fortaleza física y anímica. No fue un triunfo más. La gente también lo entendió así. Celebro con bronca el pitazo final de Ocampo, que sentenció el 2-1 de sobre Talleres y la esperanza más vigente que nunca de una ciudad que quiere volver a los primeros planos del fútbol nacional.

El primer tiempo tuvo una tarea descomunal de los once jugadores albos. Desde Matinella hasta Matías Zbrun. El doble cinco Maxi Zbrun-Damián Bastianini fue creciendo con el correr de los minutos y terminó redondeando una labor muy destacada. Fueron los dueños absolutos de la mitad de la cancha. Ceballos aportó su toque de distinción en uno de esos partidos donde aparecen solamente los grandes jugadores. Se banco con personalidad un partido pesado, ante tipos experimentados y de otra categoría. Y para completar una gran noche, aportó su cuota de sacrificio con quites providenciales que lo volvieron clave en los momentos que Huracán salió a presionar.

Si, otra vez Matinella fue San Matinella. Su figura se agigantó desde los primeros remates que atrapó, pasando por cada pelota imposible que sólo pudo haber alcanzado y con un final atenazando cada centro que llovía en el área.

Lamolla jugó con la personalidad que nos tiene acostumbrados, fue el caudillo que empuja desde el fondo, el caballero de la pelotas aéreas. Es ese capitán que necesita todo gran equipo.

Valente fue puro sacrificio. Jugó nuevamente en el lateral derecho, el cual clausuró en el PT y luego fue salida permanente. Tuvo la misma solidaridad que Matías Zbrun y Tossetto a la hora de marcar y presionar.

En una noche con muchos puntos altos, Martín Pérez Guedes fue la estrella de la cancha. Con 18 años, mostró temperamento para aguantar la pelota, sacrificio a la hora de marcar y contagio con sus ganas al resto del equipo. Fue el motor del equipo en la mitad de la cancha, de sus pies aparecieron las mejores jugadas colectivas con Ceballos y Bastianini. De su botín derecho se desprendió un extraordinario zapatazo que se fue abriendo hasta clavarse en un ángulo. Fue una maravillosa jugada en triangulación de los volantes del Globo que culminó con un broche de oro.

Huracán eliminó a Talleres del Pentagonal A con las mismas armas que le permitieron hacerse fuerte de local (ganó 7 de 9 en el Bottino) y obtener el pasaje a esta instancia. La emvergadura del rival transformó esta victoria en la más resonante de la institución en los últimos 3 años. Después de tamaña demostración, mucho sacan números pensando en el partido del domingo en San Juan.
Pero, a mi entender, la realidad es demasiado para un club que estaba escéptico. La campaña hasta el momento es inobjetable. Merece algo más que un tibio aplauso. Quizás el reconocimiento a un grupo que trabajo con seriedad durante un año, que nunca bajo los brazos y hoy se encuentra a metros de coronar una temporada de puta madre. Por eso, más allá de los resultados que obtenga en los próximos partidos, este plantel debe ser respetado y aplaudido por todos, porque demostró ser un grupo de hombres que dieron todo por llevar a Huracán lo más alto posible.

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