martes, 14 de diciembre de 2010

UN EQUIPO CON ORGULLO

Por Nicolás Besimenko

Los clásicos son esos partidos en que el contexto queda absolutamente en segundo plano.  Su principal característica es la tremenda rivalidad que existe entre los dos contrincantes, y en este caso, se debe a la cercanía de sus lugares de origen y a la gran cantidad de partidos disputados entre ambos en poco tiempo.

Huracán-Santamarina no fue un clásico más. Fue un final soñado para el Globo, porque no hay nada más gratificante para el hincha que ganarle al clásico rival, sobre la hora, y dejarlo en el último lugar de las posiciones. El gol de Véster premió al que más buscó toda la noche, más allá de un remate de Bucci que se estrelló en el palo y algunas voladas del portero Reynoso para bajar la persiana.

 Es que el local no bajó los brazos en ningún momento, ni se resignó a aceptar el empate, que al menos le dejaba el aliciente de no cerrar el año con una derrota. Fabián Sánchez volvió a mostrar su coraje a la hora de tomar desiciones, mandó a Alecha para acompañar a Vera y Gamarra, quedó con 3 defensores y 3 delanteros, pero no resultó. Consiguió mayor agresividad, más situaciones, aunque no llegaba el gol.

Entonces apostó por la "Vizcacha" González para ocupar el lugar de Gamarra y aportar más claridad al equipo. El volante creativo se bancó la catarata de insultos de parte de los simpatizantes de su ex club, esperó el momento ideal para ejecutar su venganza mediante un tiro libre, que por centímetros no logró vestirlo de héroe y verdugo en la misma noche.

Las emociones se empezaban a apoderar del clásico. El arquero visitante dejó su arco sorpresivamente por problemas estomacales que no pudo aguantar y logró superarlos tras una escapada hasta el baño. Los hinchas del "Aurinegro" no se conformaron con la enorme pirotecnia que desplegaron por el cielo, también prendieron fuego atrás del arco en dirección hacia la pileta, se sacudieron unos manotazos en la previa con los hinchas más pesados del Globo y rompieron el alambrado de la cabecera que ocuparon.

 Se fue expulsado el entrenador de Santamarina, Gambini. También Sánchez corrió la misma suerte, aunque inexplicablemente. Y para el cierre, el broche de oro que merecía un técnico que renovó el aire, le devolvió la confianza al plantel y aportó soluciones con un plus: los encargados de llevar la bandera de la resurreción (que curiosamente comenzó en Tandil) fueron los mismos que él formó a su manera en la Liga local, y que por consecuencia interpretaron mejor que nadie el guión que les propuso el necochense.

El saltó de Véster, su impecable cabezazo y la euforia desatada por la gente tras el final cerró un año con varios puntos para analizar, con muchas alegrías, con muchas ilusiones, algunas rachas adversas que se profundizaron demasiado, tres cuerpos técnicos, problemas institucionales que dieron que hablar, pero una certeza que no se debe olvidar: Las promesas en las que tanto dinero y tiempo invirtió el club, tras varios años de quedar en el umbral de integrar el fútbol profesional, tuvieron su oportunidad con Zwenger, demostraron estar a la altura de la camiseta y hoy son referentes, algunos hasta indiscutidos.

Huracán-Santamarina era especial porque comparten la región. Pero el 1-4 que terminó con la ilusión del equipo de Zwenger, con soberbio penal ejecutado por Vizcacha González para el cuadro serrano, le agregó un condimento especial para las dos hinchadas, fue el fósforo que encendió la mecha de la rivalidad, potenciada por las gastadas. Es incomprobable si los jugadores se metieron en la piel del hincha o les quedó la espina de la dolorosa goleada en Tandil, lo cierto es que luego de aquél episodio, el equipo le volvió a ver las caras 3 veces y ganó en todas, jugando como una final cada uno de los partidos.

El camino es largo, todavía queda media temporada para saber si el equipo puede adquirir una regularidad de resultados que lo ubique en el podio de clasificados o  los altibajos que reinaron en estos 6 meses seguirán jugando con la ilusión del pueblo "Peludo". Lo que no se puede discutir es la idea, la intención, el proyecto de un equipo que entrá a la cancha a ganar, jamás a especular y al igual que durante toda la trayectoria de Sánchez al frente de la Primera local, priorizó el juego por abajo, con buen trato de balón y mucha hambre de gloria.

 

 

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