domingo, 31 de julio de 2011

EL CAMPEÓN, LA HISTORIA DE SIEMPRE



Por Nicolás Besimenko

Tres Arroyos tiene un representante en la tercera categoría del fútbol argentino, que cumple con profesionalidad y compromiso ese lugar que ostenta con orgullo desde 1998. También disputa de manera simultánea la Liga Tresarroyense de fútbol. Y claro, con frecuencia se pega una vueltita olímpica, casi un ritual para la gente del Globo desde la llegada de Fabián Sánchez en 2005.

Es el club con más campeonatos en la historia del fútbol tresarroyense, y por lo tanto el más odiado por el resto de los ciudadanos que simpatizan con otros cuadros. Son muchas razones las que esgrime el pueblo futbolero a la hora de bajarle la caña, y hay algo de cierto en la falta de representatividad. Más allá de los colores del barrio que cada hincha lleva toda la vida, no muchos años atrás Huracán supo ser "el equipo de la ciudad".

Desde el comienzo del camino a la gloria, en 1998, la gente se acercaba en gran número al Bottino. Claro, la ecuación es simple. Si juega el arquero de Colegiales, el 3 de Independencia, el 5 de El Nacional, los dos puntas de Once Corazones, el zurdito de Ciclista, el 3 de Boca, el 10 vive casa de por medio con los hermanos de Madariaga, entonces existe una comunión entre protagonistas y público.

Así como los domingos empezó a rebalsar de gente el estadio de Suipacha y Mitre, después del fugaz pasó por Primera División, la magia se la llevó el viento. En la B Nacional el número disminuyo paulatinamente, al mismo ritmo que los "emblemas" del ascenso se despedían.

Las políticas aplicadas por los dirigentes, ya sin el motor del éxito Roberto Bottino, hicieron el resto. Planteles nuevos todas las temporadas, casi ninguna incorporación del fútbol local y poca y mala relación con los clubes de la ciudad, terminó quitando el respaldo del pueblo futbolero.

Los medios de comunicación no estuvieron al margen. En todo el proceso de desintegración, obviamente siguieron (y siguen) acompañando al Globo en los torneos regionales. Sin embargo, le dieron la espalda al equipo que juega cada domingo en la liga local. Le dieron mayor difusión a los equipos con numerosas hinchadas, con barrios enteros atrás de la ilusión y fueron ignorando cada vez más a un equipo sin apoyo, sin gente, sin alma podríamos decir.

Hoy por hoy, los jugadores tresarroyenses son los menos y se nota. Se percibe en la familia, los amigos, compañeros de trabajo, que ya no están. Se desarmó completamente la hinchada "Peluda". Los jóvenes surgidos en las inferiores, sin lugar en la Primera, deben marcharse a un club que le da esa posibilidad más el calor humano del barrio.

Ahora ya lo sabemos, Huracán debe refundar sus principios, sus valores, sus convicciones. Tiene que volver a ser el espacio social que tantas alegrías brindó a su barriada, a los socios, a su gente. Necesita enganchar de nuevo a los pibes, integrarlos dentro del ámbito deportivo y humano, pero sobre todas las cosas, abrirles las puertas. El sentido de pertenencia es clave, porque cuando se quiere algo desde muy chiquito, se quiere para siempre.

Salud, campeón. A trabajar, que aún falta mucho.

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